A últimas fechas hemos visto la gran propaganda que se ha armado frente a las elecciones que se llevarán a cabo el próximo año. Y de paso, ya han arrancado las precampañas de muchos que se quieren llevar "el premio mayor".
Cada uno expone, a vista de los electores, sus más grandes "cualidades". Promesas y más promesas. Eso no se acaba jamás. Pero, ¿qué pasaría si alguno de los candidatos, con ese gran despliegue que tiene en los medios de comunicación, hicieren realidad uno de sus proyectos antes de ser elegido? ¿Qué pasaría si viéramos esas promesas de precampaña, convertidos en realidad? Muchos creeríamos en sus palabras, a mi limitado entender.
¿Por qué si hay proyectos para prevenir, por ejemplo, la drogadicción, los precandidatos no se suman a ellos? La respuesta, en parte, la sabemos... no es redituable, no es negocio, pues. Es hacerle la tarea a otros y dejársela más fácil al que viene. Entonces, como no habrá provecho, no es rentable hacerlo.
Y seguimos contemplando cómo los que quieren gobernar nuestros destinos y manipular nuestros impuestos, siguen haciendo compromisos que no cerrarán... y esto me trae a la memoria una "promesa" cumplida a medias y sólo para salir del paso: quitar la tenencia... ese dichoso impuesto que se "creó" como medida para absorber los gastos de una olimpiada y que hasta la fecha, continúa haciendo mella en nuestros bolsillos.
Resultó que, para obtener el voto de los ciudadanos, se prometió eliminar este impuesto (único en el mundo, por cierto); pero a la vuelta del tiempo se trasladó hacia los gobernadores la decisión de mantenerlo o de eliminarlo. Ellos no lo prometieron. Fue el candidato que quería ser presidente de todos los mexicanos, quien se comprometió. Y como es de suponerse, NADIE se quiere quedar sin su bono, sin su ganancia a costa de nuestro sudor, de nuestro bolsillo. Promesa de campaña fallida y de la que seguimos esperando se elimine de la larga lista de falacias que nos han invitado a creer.
Y así seguirán las cosas hasta que no haya modo de "castigar" esas mentiras. De remover a quien, en su afán por conseguir poder, nos siga engañando con sus palabras que, a final de cuentas, lo único que podrán hacer por nosotros será ilusionarnos con el cuento de que con éste o con aquél, con melón o con sandía, las cosas van a cambiar. Advertidos estamos.